
Lo encontró en 1963 el arqueólogo villenense José María Soler en las cercanías de Villena, y desde entonces ha sido la pieza clave del Museo Arqueológico de Villena. De su hallazgo se hicieron eco la mayoría de los medios nacionales y varios del extranjero, entre ellos de Francia, Alemania y los Estados Unidos. El original ha sido expuesto en Madrid, Alicante, Tokio y Kioto, y existen dos copias de todo el conjunto que son usadas para exponerlo sin ponerlo en peligro, mientras que éste se conserva permanentemente en una vitrina blindada del Museo Arqueológico de Villena.
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